Los cigarrillos electrónicos se anuncian como una innovación tecnológica que no causa daño, a pesar de que no sea verdad. Lo cierto es que contienen sustancias potencialmente tóxicas como el formaldehído y acetaldehído y en la mayoría de los casos llevan nicotina en su composición.
Esta es una de las razones que han llevado al Consejo General de Dentistas a respaldar al Comité Nacional para la Prevención del Tabaquismo en su petición al Ministerio de Sanidad de que considere que los cigarrillos electrónicos son exactamente iguales a los de tabaco, a los convencionales, y que regule su consumo en la misma medida. Puerta de entrada al consumo No, es sin embargo, el único argumento que el órgano colegiado ha utilizado para apoyar esta demanda. Se ha basado también en que no hay ninguna evidencia que permita asegurar que el cigarrillo electrónico reduce la adicción al tabaco. Es más, en muchos casos se está convirtiendo en la puerta de entrada al consumo por parte de quienes se dejan llevar por los mensajes publicitarios que lo promocionan falsamente como un instrumento no dañino. Buena parte de esos nuevos fumadores son jóvenes, sobre los que se llama la atención con infinidad de sabores capaces de enganchar su curiosidad. La petición del Comité de Prevención del Tabaquismo y del Consejo de Dentistas tiene por objetivo preservar la salud pública por encima de otros intereses y continuar avanzando en favor de la reducción de la mortalidad por consumo de tabaco.